Breviario sobre la Pulsión de Muerte
Definición.
En el Diccionario de Psicoanálisis, Laplanche y Pontalis (1987) definen pulsión como:
Proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Según Freud, una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de tensión); su fin en suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin (p. 324).
La teoría pulsional de Freud, tendría varias evoluciones a lo largo de tres décadas, pero no sería sino hasta 1920, en Más allá del principio del placer , que el término pulsión de muerte sería introducido. Años anteriores a esta obra hablaría Freud de una pulsión destructiva. Sobre ello, Laplanche y Pontalis (1987) refieren que este término es más usado desde una perspectiva biológica y psicológica; en tanto que pulsión de muerte está más orientada hacia lo exterior, para lo cual también es usado el término de pulsión agresiva.
Respecto a la definición de pulsión de muerte, Laplanche y Pontalis (como se citó en Schreck, 2011) dirían que no sería sino hasta la última teoría freudiana de las pulsiones que se designaría a ésta pulsión como la opuesta a la pulsión de vida. Esta pulsión tiende a reducir completamente las tensiones, devolviendo al ser vivo al estado inorgánico, señalan: “Las pulsiones de muerte se dirigen primero hacia el interior y tienden a la autodestrucción; de manera secundaria se dirigirán hacia el exterior, manifestándose entonces en forma de pulsión agresiva o destructiva” (pp. 11 y 12).
La pulsión supone entonces un proceso dinámico, el cual consiste en un movimiento de carga energética que hace tender al organismo hacia un fin. Como lo hemos señalado en el capítulo anterior, la pulsión tiene su fuente, que es el estado de tensión, su fin, que es terminar con dicha tensión, y un objeto, gracias al cual podrá alcanzar su fin. Los fines de la pulsión pueden ser múltiples y parciales, los cuales dependen de fuentes somáticas, que a su vez, son múltiples y susceptibles de adquirir y de mantener una función prevalente.
La idea de que la pulsión de muerte tiende al retorno de la materia inorgánica, nos hace suponer que todo ser vivo fue en un “antes” un “ser no vivo”; por lo que, la satisfacción de la pulsión sería el retorno a un estado anterior.
La pulsión de vida tiene como finalidad la conservación de la vida, con una tendencia a producir y mantener la cohesión de ésta. Laplanche y Pontalis (1987) la definen como la contraparte de la pulsión de muerte, “Tienden a constituir unidades cada vez mayores y a mantenerlas. Las pulsiones de vida, que se designan también con el término «Eros»…” (p.342) en las cuales podemos incluir tanto a las pulsiones sexuales como a las pulsiones de autoconservación.
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